Ejercicios para el hambre emocional
Cuatro herramientas para que gestiones mejor el hambre emocional y una receta para una ocasión especial. Y si acabas de unirte a la newsletter, abajo encontrarás el link a la guía de las algas.
Todos tenemos algún hábito que nos gustaría cambiar o llevar mejor.
Uno de los hábitos que más tratamos en clase y en las consultas es el del hambre emocional, el acto de alimentarse no porque tengamos hambre sino porque queremos llenar un vacío de otro tipo.
El pequeño gesto de acudir a la despensa y coger un trocito de chocolate para picar suele darse cuando estamos cansados, aburridos o ansiosos. Y si no es el chocolate, es una bolsa de patatas fritas o un paquete de galletas. Rara vez nos apetece un plato de brócoli al vapor o una ensalada de tomate, no cuando el hambre emocional se apodera de nosotros.
¿Es esto malo?
No, como todo, depende de las circunstancias y es cómo lo vives y qué impacto tiene en tu vida lo que determina si es bueno o malo para ti en estos momentos.
Por ejemplo, una persona que está pasando por una ruptura difícil puede que eche mano del chocolate para aliviarse. Su prioridad es centrarse en el autocuidado, en ser compasiva consigo misma, por lo que extirpar ahora el hábito del hambre emocional no es relevante para ella, ni deseable (a no ser que el hábito deje de ser puntual y se convierta en un problema).
Así que en esta newsletter te invito a que hagas un ejercicio de re-conocimiento y autocuidado y observes cuál es tu relación con la comida y si hay algo en ella que te gustaría cambiar. Y que determines si es o no un buen momento para ello.
Si es el momento, me gustaría darte algunas ideas para hacértelo más fácil.
El hambre emocional se aprende a gestionar desde la consciencia. No se trata tanto de ejercer la fuerza de voluntad bruta sino de entender los porqués y saber dejar pasar las emociones pasajeras que nos hacen caer en el hábito.
Cocinando juntos en la formación anual de cocina. Me encanta el grupo que ha salido, el aporte que hacen cada una de estas personas, tan bonitas, auténticas y conscientes. Faltan algunas que están en streaming, pero la conexión y el amor se sintieron cerca. Una suerte pasar los fines de semana con este equipazo!
Hay cuatro herramientas que nos pueden ayudar a gestionar mejor el hambre emocional: los 5 minutos conscientes, la meditación, la práctica de la pausa y la respiración.
Los cinco minutos conscientes. Los hábitos son circuitos neuronales reforzados una y otra vez por la repetición. Si en vez de ceder inmediatamente al impulso nos ponemos una alarma de solo cinco minutos y esperamos, el estímulo (”tengo ansiedad”) y la acción (comer chocolate) se debilitan, incluso si al sonar la alarma decidimos comer igualmente. Muchas personas sienten que con la espera el deseo decrece, algunas sienten que se acrecenta, pero a la larga neurológicamente es un gran paso para ir liberándonos del automatismo.
La meditación. Meditar es ejercer la atención plena y total sobre una cosa, y claro que la alimentación puede ser un objeto meditativo! De hecho, sintamos o no hambre emocional, recomiendo siempre que intentemos que nuestras comidas sean un momento de conexión, disfrute y agradecimiento. Meditar sobre lo que comemos hará que bajemos el ritmo y seamos más conscientes de los sabores y texturas, lo que nos ayudará a comer mejor.
La práctica de la pausa. Hay muchas maneras de poner pausa en el acto de alimenarnos. Podemos dejar el cubierto en la mesa cada vez que damos un bocado, contar hasta diez mientras masticamos, beber agua entre bocados y, por supuesto, comer sin distracciones. También ayuda comer alimentos ricos en fibra, que hay que masticar más y también nos sacian más.
La respiración. La mejor respiración para calmar nuestra ansiedad será por la nariz, abdominal (hinchando la barriga), lenta (de unos 6 ciclos completos de respiración por minuto) y con un patrón de respiración 1:2 (el doble de tiempo exhalando que inhalando). Todos estos factores ayudan a que se active el sistema nervioso parasimpático, que genera un estado de reposo en el organismo.
Este es un resumen rápido y breve. Si te apetece saber más sobre este tema, te invito a que leas el último artículo que he publicado:
Ejercicios para el hambre emocional (artículo en la web)
Espero que te sirva! Escríbeme si tienes cualquier duda o quieres compartirme tu experiencia con el hambre emocional.
Cremosa de coliflor a la trufa (gracias Edu por la fotaza!). Una manera diferente de consumir las crucíferas (coliflor, brócoli, col...) que no es en sopa o al vapor. Esta “cremosa” es un entrante que combina casi con cualquier plato y resulta una delicia al paladar y a la vista.
Esta es una de esas recetas un poco diferentes, para cuando quieres hacer un plato especial para una ocasión especial. Por ejemplo, para San Valentín si lo celebras. Y si la trufa no es lo tuyo o quieres hacer una versión más económica y para el día a día, puedes coronar la cremosa con unas setas shiitake laminadas y a la plancha.
Aquí puedes descargar la receta:
Cremosa de coliflor a la trufa (PDF descargable)
Un abrazo,
Aroa
PD: Si te acabas de incorporar a la newsletter y no has recibido el número anterior, aquí puedes descargar mi guía sobre las algas, con sus beneficios, preparaciones y tres recetas con estas “verduras del mar” como estrellas.
PD2: Empezamos en febrero el curso de Iniciación a la cocina vegetariana y saludable. En él cocinaremos más de 50 recetas, todas ellas medicinales y súper sabrosas. Este año también tienes la opción de hacerlo en online en directo. Te animas?